n esta mi mediterránea ciudad, Alicante, también llegó ya hace algún que
otro año el fenómeno bookcrossing, pero de una manera peculiar,
motivada por instituciones, no como iniciativa de los ciudadanos, sino
de una manera un poco forzada.
Para empezar, en la sede de la
Universidad de Alicante, que se encuentra en pleno centro de la ciudad,
existe una librería repleta de libros liberados esperando a ser leídos y
se pone a disposición de los bienaventurados que se acercan al lugar la
terraza del edificio para poder contemplar las vistas y tomar el Sol
mientras se lee en tan agradable lugar. Lamentáblemente, un día del
verano pasado me acerqué por allí y comprobé que la idea, pese a ser
bonita, no había tenido mucho éxito.
Otro de los intentos por
hacer que el bookcrossing calase en la vida de la ciudad fue el proyecto
Library Crossing, premiado por el concurso IN-URBE 2007 y que consistió
en la colocación de unas librerías repletas de libros formando una cruz
en mitad de la plaza Calvo Sotelo, también situada en el centro de la
ciudad.
Pues bien, ¿cómo se toma la gente de aquí tales
iniciativas? Para empezar, lo de la sede de la universidad creo que es
un proyecto poco conocido por los ciudadanos y a parte, el hecho de
tener que entrar en un edificio, para muchos desconocido, preguntarle a
un recepcionista, no saber muy bien qué te vas a encontrar... Frena un
poco, creo que ahí está el problema.
¿Y qué pasó con los libros liberados en la plaza Calvo Sotelo? Pues que volaron en custión de un par de días.
Cuando
le cuentas a alguien, aunque le interese la lectura, en qué consisten
tales proyectos enfocados al bookcrossing suele entender algo así como
"o sea, ¿que me puedo llevar todos los libros que quiera ami casa y
gratis?", bueno, no sólo lo pensará, sino que te lo preguntará para que
confirmes que lo ha entendido bien.
Otra de las ideas que tienen
los susodichos es: "mmm, pues voy a dejar allí algunos libros viejos que
no me sirven (ejemplos: guías de hoteles del 82, o manuales del windows
92...) y así me los quito de encima, gano un poco de espacio y encima
colaboro".
Para que os hagáis una idea, en la plaza Calvo Sotelo
llegó un momento que sí, había libros, ¡Pero qué libros! Los buenos
habían volado y sólo quedaban los restos, incluso al cabo de pocos días
vi uno interesante, de un premio nobel, y cuando lo fui a coger para
ojearlo, comprobé que estaba taladrado, clavado a la estantería por la
mitad y como ése muchos otros, con lo cuál ya no se podrían leer nunca,
estaban agujereadas todas sus páginas. ¡Qué triste!
Así que nada,
este es un ilustrativo ejemplo del resultado de las iniciativas
culturales que se llevan a cabo por aquí. En realidad me parece bien, es
lo más naural del mundo, ¿Quién no ha ido corriendo alguna vez ante el
reclamo de GRATIS? Aunque no lo necesites, aunque no te guste, ¡es
gratis! Si no lo coges es que no tienes sangre en las venas, es que
tienes horchata.
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